Lebensraum

Lebensraum, es un término que en alemán significa «espacio vital». Esta expresión fue acuñada por el geógrafo alemán Friedrich Ratzel (1844-1904), influido por el biologismo y el naturalismo del siglo XIX. Establecía la relación entre espacio y población, asegurando que la existencia de un Estado quedaba garantizada cuando dispusiera del suficiente espacio para atender a las necesidades del mismo. Esta idea es análoga al destino manifiesto estadounidense.

 

Estas ideas empezaron a adquirir un tinte político gracias a los trabajos del politólogo Rudolf Kjellén (1864-1922), quien acuñó el término de geopolítica para señalar la influencia de los factores geográficos sobre las relaciones de poder en la política internacional y defendió algunas de las concepciones del geógrafo Sir Halford John Mackinder, referentes a la tesis de que el Asia central y la Europa del Este eran el centro estratégico del planeta (corazón del mundo), como consecuencia del decaimiento del poder marítimo radicado en los países situados en torno a aquélla. Quien dominara dicha región cardial (Heartland), dominaría el mundo.

 

Inicialmente estas consideraciones se enfocaban a la rivalidad entre Alemania y Gran Bretaña, pero posteriormente se usó para referir la confrontación entre Alemania y la Unión Soviética, ya que el régimen nacionalsocialista veía con buenos ojos a los pueblos occidentales, debido a los lazos raciales y culturales.

 

Karl Haushofer, ex general y geógrafo, aplicó las nociones generalizadoras de Ratzel a la situación concreta en que se encontraba Alemania tras la derrota y los recortes territoriales sufridos en el Tratado de Versalles (1919). Haushofer adujo que la base de toda política exterior era el espacio vital de que dispusiese el cuerpo nacional. La acción del Estado consistía en defender tal espacio y en ampliarlo cuando resultara demasiado angosto. A través de Rudolf Hess, que era asistente a las clases de Haushofer en la cátedra de geopolítica de la Universidad de Múnich, junto a su hijo Albretch, tomó contacto con Adolf Hitler, que utilizó la terminología del Lebensraum para describir la necesidad del Tercer Reich de encontrar nuevos territorios para expandirse, principalmente a costa de los pueblos eslavos de Europa del este. Sin embargo Haushofer era eurasiático y pensaba que el Eje debía incluir a Rusia, en lugar de Italia, aliado natural germano.

 

En su obra Mein Kampf, Hitler declaró: «los alemanes tienen el derecho moral de adquirir territorios ajenos gracias a los cuales se espera atender al crecimiento de la población». Hitler establecía la necesidad de acabar con la desproporción entre la población alemana y la superficie territorial que ocupaba. La idea no se basaba en restaurar las fronteras anteriores al estallido de la Primera Guerra Mundial (1914), sino en conquistar nuevas tierras al este. No solo para asegurar el sustento a la población, sino, y sobre todo, para garantizar su supervivencia. La biología se convertía en determinante de los valores fundamentales de la comunidad nacional.

 

Hitler pretendía incrementar el espacio vital a través del Anschluss (anexión) con Austria y las invasiones de los Sudetes (República Checa) en 1938 y de Polonia en 1939, que provocarían el estallido de la Segunda Guerra Mundial, pero su verdadero proyecto era llevar las fronteras del Reich hacia el este, de manera que incluyera Ucrania y todos los países del Caucaso, lo cual intentó mediante la Operación Barbarroja.