Sitio de Leningrado

El sitio de Leningrado (en ruso: блокада Ленинграда, translitera a blokada Leningrada) fue una acción militar alemana durante la Segunda Guerra Mundial encabezada por Von Leeb, que buscó inicialmente apoderarse de la ciudad de Leningrado (la actual San Petersburgo). Los soviéticos construyeron una intrincada defensa alrededor de la ciudad, camuflaron edificaciones históricas con redes que impedían determinar su perfil y llegaron a colocar explosivos por todo el subsuelo para volar la ciudad si era tomada, incluyendo a enemigos y población civil que quedaba en la ciudad.

 

Pero Hitler, ante la perspectiva de tener que mantener a una población enemiga de más de 3.000.000 de habitantes, instruyó que se la sitiara y se dejara morir a la población por hambre y frío. El sitio duró casi 900 días, desde 1941 hasta 1944. La población rusa sitiada fue sometida a la más increíble lucha por la supervivencia, donde el agotamiento de los alimentos llevó a parte de la población a realizar actos de antropofagia y mercadeo de cadáveres.

 

Cientos de miles de familias murieron de frío y hambre en sus hogares, los orgullosos habitantes de esta otrora ciudad cultural motivados por el hambre dieron cuenta desde palomas y gatos hasta ratas. Los casos de canibalismo fueron frecuentes. La ciudad estuvo a punto de perecer si no hubiera sido que se estableció un corredor a través del helado Lago Ládoga por donde llegaba una escuálida ayuda a los sitiados. Los muertos hasta ser liberada la ciudad superaron la cifra extraoficial de 1.200.000.

 

Antecedentes

 

La invasión alemana a la Unión Soviética en junio de 1941, fue llevada a cabo por tres gigantescos grupos de ejércitos (Norte, Centro y Sur). El Grupo de Ejércitos Norte debía tomar Leningrado y luego esperar a la llegada del grupo del Centro antes de avanzar hacia Moscú. Si bien el Alto Mando Alemán (OKW) opinaba que esta última ciudad era más importante que Leningrado, según el historiador Mijaíl Frolov, Hitler pensaba que la conquista de esta neutralizaría para siempre a la flota del Báltico, permitiendo el libre transporte de hierro desde Suecia hasta Alemania. Además siendo Leningrado la antigua capital del Imperio Ruso y la cuna de la Revolución rusa, la toma de ésta sería un duro golpe a la moral de la nación bolchevique, por lo que el alto mando soviético ordenó que la población permaneciera dentro de la ciudad para utilizarla al mismo tiempo como mano de obra para fortificarla, así como escudo humano, para dificultar el avance alemán. El 11% de la industria soviética, estaba en esta región.

 

Hitler no era el único que quería ver caer a Leningrado, en 1939 la Unión Soviética había intentado invadir Finlandia, al negarse ésta a ceder parte de su territorio para salvaguardar a Leningrado (ver Guerra de Invierno). Los fineses se habían defendido exitosamente propinando a las cinco veces mayores fuerzas invasoras una vergonzosa derrota en la batalla de Suomussalmi. Si bien los rusos lograron penetrar por la frontera, tuvieron que conformarse con anexarse unas porciones del territorio finlandés alrededor del lago Ládoga, en lugar del país entero. Sin embargo, los finlandeses empezaron a armarse de nuevo, con la intención de vengarse en el futuro. Cuando Hitler invadió la Unión Soviética, Finlandia formó inmediatamente una alianza con Alemania con objeto de recuperar los territorios perdidos (ver Guerra de Continuación).

 

Desarrollo

 

Los alemanes establecen el cerco

 

Rápidamente los ejércitos de la Wehrmacht llegaron a las afueras de Leningrado. El 20 de agosto se interrumpió la vía ferroviaria directa entre la ciudad y la capital, Moscú, diez días después la comunicación ferroviaria desapareció completamente. En otoño, los invasores se habían acercado demasiado al río Neva neutralizando la única carretera que le quedaba a la ciudad, y haciendo extremadamente peligroso el transporte por el río. El 1 de septiembre las primeras granadas de artillería empezaron a caer dentro de la ciudad, y una semana después se cortó la comunicación por tierra. El 15 de septiembre la ciudad fue completamente cercada y empezó la cuenta atrás hacia una de las peores hambrunas de la historia. Casi al mismo tiempo, los fineses comenzaron a invadir desde el norte, reconquistando el istmo de Carelia hacia agosto de 1941. Sin embargo, detuvieron su avance hacia Leningrado en la antigua frontera de 1939. Cuando el general alemán Alfred Jodl fue a presionar al general finlandés Carl Gustaf Mannerheim para que bombardeara Leningrado y concentrara su artillería contra la ciudad, éste se negó, asegurando que su único objetivo era recuperar el territorio perdido en la Guerra de Invierno. En efecto, ningún ataque finlandés se lanzó contra Leningrado durante la guerra.

 

A pesar de que España no entró oficialmente en la guerra, aportó a Alemania tropas voluntarias en la llamada División Azul, con el objetivo de luchar contra el comunismo. Durante el cerco de Leningrado, esta división formó parte del XVI Ejército Alemán, entrando en combate en la Batalla de Krasny Bor. Entre octubre de 1941 y agosto de 1942 sirvieron a las afueras de Nóvgorod, y luego actuaron al sureste del cerco, hasta octubre de 1943.

 

Por su parte, al iniciarse la agresión germana, las autoridades soviéticas obligaron a los civiles a cavar trincheras, construir refugios, reforzar fortalezas, colocar alambres de púas, etc. Además cuando la ciudad fue cercada, los soviéticos se dieron cuenta de que sólo tenían provisiones para dos meses para los 2.900.000 habitantes, por lo que resultó imperativo construir una nueva carretera para transportar las provisiones.

 

El Camino de la Vida

 

Hacia finales de octubre de 1941, la situación ya era desesperante. Si bien los defensores soviéticos al mando del General Gueorgui Zhúkov mantenían a raya a los alemanes, los efectos del hambre ya se estaban sintiendo en la población. Esta empeoró al conquistarse Tijvin, la ciudad rusa de donde salían los convoyes con provisiones a Leningrado. Miles de trabajadores murieron en la construcción de una nueva carretera, que no sirvió de mucho, porque Tijvin fue recuperada tres días después de terminarse la nueva vía (8 de diciembre de 1941). Finalmente, el 20 de noviembre de ese mismo año el llamado Camino de la Vida fue construido a través de las frágiles capas de hielo del lago Ládoga, sin que esto significara que la falta de alimento en la ciudad acabara, siendo un esfuerzo muy escuálido para una ciudad en que la hambruna reinaba.

 

Situación en la ciudad

 

Además del hambre, la falta de combustible coincidió con uno de los peores inviernos (-30 °C) que ha vivido esta ciudad, muriendo miles de civiles de frío. Cientos de familias enteras perecieron en sus hogares. Al inicio del ataque a Leningrado, previniendo un prolongado asedio, las autoridades soviéticas disminuyeron las raciones alimenticias diarias a 500 gramos para los obreros, 300 para los niños y empleados y 250 g para los no trabajadores. Debido a la falta de defensas aéreas adecuadas, un monto considerable de granos y harina fue destruido en septiembre en los silos de almacenamiento. Además no se tomó la previsión de clausurar los restaurantes, que derrocharon comida que sería necesitada urgentemente poco después. Muchos habitantes hicieron de los silos de almacenamiento su única fuente de alimento con el resto de grano chamuscado que quedaba.

 

El 12 de septiembre se declaró que los granos y la carne sólo durarían 35 días, mientras que el azúcar duraría 60 días, de modo que las raciones fueron reducidas aún más: 300 g de pan para los obreros, 250 g para los empleados y 125 g para los niños y no trabajadores. Como esto no era suficiente, la flotilla del lago Ládoga envió provisiones, siendo la mayoría hundida por los cazas alemanes (Ju-87 Stuka). Sin embargo, la hambruna obligó a los soviéticos a enviar buzos a rescatar lo que pudieran. Ante la falta de carne, se molieron 2.000 toneladas de tripas de cordero que se habían encontrado en los puertos. Además, el Instituto Científico de Leningrado creó una especie de harina sintética a base de conchas y caparazones, complementada con aserrín. Esto no fue suficiente, y al final del año la población consumía el 10 % de las calorías indispensables, muriendo a millares por desnutrición. Debido a la falta de combustible, el transporte público desapareció, al mismo tiempo que muchas fábricas cerraron. Solamente los edificios militares tenían derecho a usar la energía, si bien de forma limitada. La desesperación de los habitantes para no morir congelados los obligó a quemar la biblioteca de la ciudad, de 200 años de antigüedad, marcando profundamente la memoria colectiva de la, hasta entonces, capital cultural de Rusia.

 

El mercado negro se hizo presente entre los ateridos habitantes quienes adquirían unos cuantos gramos de azúcar o harina a precios exhorbitantes. Gente sin escrúpulos asesinó soterradamente a conciudadanos para vender grasa y carne humana. Quienes fueron sorprendidos en estas prácticas fueron ejecutados sumariamente por el ejército, que había implantado una dura ley marcial. Los casos de canibalismo fueron muy comunes. Los alemanes enviaban regularmente al interior de la ciudad sitiada a espías para buscar información acerca de los resultados del cerco en la población. Después de la guerra se encontró el diario de Tatiana Sávicheva, una niña de 11 años, que narra de forma brutalmente simple cómo uno por uno todos los miembros de su familia mueren de hambre, hasta que ella queda sola, aunque al final ella muere también. Dicho diario fue utilizado como prueba por los Aliados para juzgar a los militares alemanes encargados del cerco a Leningrado después de la guerra (Juicios de Núremberg). Los soviéticos además montaron una pantalla frente a las fuerzas enemigas dándoles la sensación de que el cerco era completamente inútil (ruidos de tranvías funcionando pregrabados, conciertos sinfónicos con alto parlantes, etc.). A su vez, los alemanes hacían funcionar las cocinillas en los extremos del perímetro haciendo llegar olores de alimentos trasladados por la brisa hacia la ciudad.

 

Durante el cerco, el compositor ruso Dmitri Shostakóvich compuso su séptima sinfonía, también conocida como la Sinfonía de Leningrado, demostrando la actitud valiente de los habitantes de la ciudad bajo condiciones extremas. Hoy en día los sobrevivientes repiten orgullosos: «Troya cayó, Roma cayó, Leningrado no cayó».

 

Contraataques soviéticos

 

Los intentos fallidos de 1941 y 1942 de levantar el cerco convencieron a los militares soviéticos de que aún no estaban dadas las condiciones para un contraataque. El 12 de enero de 1943, se llevó a cabo la Operación Iskra (en ruso, ‘chispa’), que implicaba ataques coordinados desde los frentes de Vóljov y Leningrado. Después de fuertes batallas, los soviéticos expulsaron a los alemanes de sus fortificaciones al sur del lago Ládoga, y el 18 de enero, los dos frentes se encontraron, formando un solo frente que permitía el paso limitado de provisiones a través de un estrecho corredor. Esto no significaba que el cerco hubiera sido levantado.

 

El 10 de febrero de 1943 se produce en los arrabales de Leningrado el más sangriento hecho en el que intervino la División Azul y la última gran batalla en la que una unidad militar española interviene en Europa: La batalla de Krasny Bor, donde 5.600 soldados de la División Azul junto a la 4.ª División SS «Polizei» y unidades del LIV Cuerpo de Ejército hicieron frente a cuatro divisiones soviéticas (unos 44.000 hombres) y 100 carros blindados. Se produjeron casi 4.000 bajas entre los españoles, pero se consiguió detener el avance, haciendo fracasar la ofensiva soviética gracias a que la tenaza del Frente de Vóljov es frenada en Karbusel. Según cifras alemanas, se causan entre 11.000 y 14.000 bajas al Ejército Rojo. Cerca de 300 españoles cayeron prisioneros.

 

Ruptura final

 

El 14 de enero de 1944, el Frente de Vóljov al mando de Kirill Meretskov y el Frente de Leningrado al mando de Leonid Góvorov atacaron de nuevo. Sin embargo, esta vez el ejército alemán era una sombra de lo que había sido, y en cuestión de días el 18.º Ejército alemán fue barrido de las puertas de Leningrado, siendo levantado el cerco finalmente. El 10 de junio, las fuerzas soviéticas atacaron desde ambas orillas del lago Ládoga a los finlandeses, haciéndolos retroceder hasta la frontera de 1939. Conscientes de su inminente derrota y deseando evitar una masacre en suelo finlandés, los líderes fineses firmaron un segundo armisticio con la Unión Soviética el 4 de septiembre de 1944. El general alemán Lothar Rendulic, al mando de las tropas alemanas estacionadas en Finlandia, tuvo que escapar abriéndose paso a través del país, atacando a civiles como represalia por la deserción finlandesa.

 

Resultados

 

La cifra oficial de muertes es de 700.000 civiles, la mayoría de frío y hambre. Fuentes independientes aseguran fiablemente que murieron entre un millón y medio y dos millones de civiles. La mayoría de los muertos se encuentra en el cementerio Piskarióvskoye. Hoy en día se pueden apreciar lotes vacíos en San Petersburgo, nombre actual de Leningrado, señalando el violento pasado de la ciudad. Leningrado recibió el título de Ciudad Heroica en 1945, coincidiendo con el final de la contienda.