La importancia de aprender a poner límites en nuestras relaciones

¿Te encuentras a menudo atrapado en conversaciones con personas invasivas, esbozando tentativas de escape poco eficientes? ¿Te sueles sentir utilizado, no valorado o que das más de lo que recibes? ¿Te cuesta o te sientes por lo general incómodo diciendo que no? ¿Terminas a a veces explotando de la rabia?

Saber hasta dónde llegan nuestros limites (“boundaries” en inglés) es esencial para mantener relaciones sanas y sentirnos bien con nosotros mismos. Para muchas personas sin embargo, este concepto es relativamente nuevo.

Si ves que tienes dificultades en decir que “no” a otras personas, si sueles actuar partiendo de sentimientos de culpa o lo vives a menudo como una obligación, tratas de complacer a otros aunque sea a expensas de lo que mejor te convenga a ti, o si te das cuenta que tiendes a no expresar tus pensamientos o sentimientos cuando alguien o una situación te incomoda, entonces es fundamental que empieces a aprender a reconocer tus propios limites y a expresarlos. Muchas personas se sorprenden de que siempre atraen a personas problemáticas, pero quizás sea hora de ver nuestra parte de responsabilidad en ello. Cuando aprendemos a respetar nuestras propias necesidades y límites, creamos en nosotros una sensación de mayor control y seguridad. A menudo ser demasiado bueno o generoso puede provocar a posteriori sentimientos de enfado o resentimiento ya que cuando atendemos sistemáticamente las necesidades de otra persona antes que las nuestras, es probable que nos acabemos sintiendo utilizados. De ahí la importancia de crear un buen equilibrio entre saber protegerse a sí mismo, y a la vez ser sensible y respetuoso con los demás. Esto se puede conseguir a través de la autoconciencia, un lenguaje no verbal apropiado y un buen uso de las palabras. A continuación, os propongo algunas recomendaciones para aprender a identificar mejor nuestros límites y ser más asertivos en nuestras relaciones:

Identifica tus límites y miedos. Ser introspectivos o cultivar la conciencia de uno mismo es el primer paso para producir un cambio. Trata de identificar en una escala del 1 al 10, el grado de malestar, irritabilidad o enfado que te producen diferentes situaciones.

Después, pregúntate ¿Qué es lo que me está provocando esta sensación? ¿Qué es lo que me está molestando en esta interacción?

Trata de identificar el diálogo interno que aparece cuando te encuentras en estas situaciones. Algunos de los miedos más comunes que aparecen en el contexto de los límites incluyen el miedo a no ser suficientemente buena persona, el miedo a decepcionar al otro, el miedo a ser rechazado, el miedo a quedarse solo, etc. Por lo general, son miedos que se originaron en la infancia.
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Aprender a tener el valor de ser justo

Esa mañana cuando nuestro nuevo profesor de “Introducción al Derecho” entró en la clase lo primero que hizo fue preguntarle el nombre a un alumno que estaba sentado en la primera fila:

– ¿Cómo te llamas?

– Me llamo Juan, señor.

– ¡Vete de mi clase y no quiero que vuelvas nunca más!- gritó el desagradable profesor.

Juan estaba desconcertado. Cuando reaccionó se levantó torpemente, recogió sus cosas y salió de la clase.

Todos estábamos asustados e indignados pero nadie dijo nada.

– Está bien. ¡Ahora sí! ¿Para qué sirven las leyes?

Seguíamos asustados pero poco a poco comenzamos a responder a su pregunta: “Para que haya un orden en nuestra sociedad” “¡No!” contestaba el profesor “Para cumplirlas” “¡No!” “Para que la gente mala pague por sus actos” “¡¡No!! ¡¿Pero es que nadie sabrá responder esta pregunta?!”… “Para que haya justicia”, dijo tímidamente una chica. “¡Por fin! Eso es… para que haya justicia. Y ahora ¿para qué sirve la justicia?”

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Aprender a vivir el presente

El presente es la única realidad a nuestro alcance: el pasado se nos escapa y el futuro está por llegar. Sin embargo, centrarse en el “aquí y ahora” no siempre es sencillo y requiere entrenamiento.

Vivir intensamente el presente es reconocer nuestras sensaciones y nuestras emociones, evitar que los recuerdos o el miedo al futuro nos paralice y afrontar tanto lo bueno como lo malo que nos sucede. Estar en el ahora no significa renunciar al pasado ni a nuestras ilusiones, sino darnos la oportunidad de saborear el momento y conectar con nosotros mismos y con lo que nos rodea.

A continuación te presento 3 técnicas para vivir el presente:

1) No podemos controlarlo todo

Preocuparnos por lo que va a pasar y prevenir los posibles contratiempos que nos podamos encontrar puede sernos útil (por ejemplo, coger un paraguas si vamos de viaje a un país en el que suele llover mucho), y, de hecho, está en la base de nuestra supervivencia como especie. Pero vivir intentando tenerlo siempre controlado es no solo una forma de estar en todo momento agobiados por lo que pueda pasar, sino, además, perseguir un imposible, porque, por mucho que deseemos lo contrario, hay muchas cosas que escapan a nuestro control.

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Cómo aprender a decir “NO”

La codependencia, así como la falta de autoridad en el hogar, genera nulidad en los límites. Cuando se dice “no”, queriendo decir “sí”, se tiene la certeza de que la persona busca ser aprobado ante los demás; no puede asumir el rechazo.

El acceder a las demandas de los demás, les da derecho de anteponerse a las decisiones propias.

Se debe trabajar en el rechazo y la tolerancia. Cuando se dice “no” por primera vez, es probable que la otra persona se moleste y procure buscar el “sí”. Por ello, la psicóloga en terapia familiar, Araceli Molina, recomienda buscar ayuda profesional. La persona carente de asertividad, no sabe trabajar con límites; la fuerza de voluntad es otro factor a trabajar.

Es fundamental darse cuenta que se tiene este problema. Muchos, menciona la especialista, no lo hacen consciente y pasan el tiempo con sentimientos de frustración por ceder.

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Aprender a equivocarse

Y aquí estamos, tratando de redactar lo que sentimos. Como el famoso escritor undergrown, que explicaba que después de tirar a la papelera innumerables folios, y colocar otro en la máquina de escribir (eran otros tiempos), ?la hoja en blanco, me miró? (Bukowski dixit). Se nos viene el mundo encima, deseamos describir lo que interiormente nos es claro, pero no atinamos en la forma, en el cómo.

Sin embargo, aunque no encontremos el modo, el hecho de proponérnoslo es lo que nos da valor. La mejor forma de definirlo es con la frase ?plantearse una pregunta, es empezar a responderla?. La actitud de búsqueda es la que nos llevará a la solución. Sin ella, ni siquiera habría cuestión.

Lo mismo ocurre en nuestra vida. Vamos rastreando, queriendo encontrar sentido, alivio, respuestas. En ocasiones creemos vislumbrar una guía. O nos adentramos en conocimientos que creemos nos ayudarán. Y las más de las veces hemos de volver sobre nuestros pasos, desalentados, sin haber hallado el anhelado resultado.

No importa. Mientras busquemos, mientras tengamos ese espíritu, estaremos en el buen camino. Y posiblemente ni nos demos cuenta de que estamos en él. Muchas veces nos ensimismamos obcecadamente en el fallo cometido, en la decisión errónea. No en que hemos tenido el valor de tomarla.

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